Tanto en las vísperas del comienzo de la novena, como en los últimos días de la Octava dedicada a la Virgen de los Reyes, se expone en devoto besamanos a Nuestra Señora de los Reyes.
La Virgen estaba colocada en el presbiterio de la Capilla Real, delante de la urna de San Fernando. El niño que durante todo el año lleva en sus rodillas se encontraba en el lado izquierdo del altar, en un silloncito vestido con una capa a juego con el manto y saya de la Virgen.
En el primer besamanos, estrenó un manto restaurado, el cual fue donado por la familia Guardiola. En su pecho lucia las llaves y la medalla de oro de la ciudad de Sevilla.
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